En esta ocasión, presento extractos de algunos relatos de convivencia y acompañamiento con la Familia de la Calle, un testimonio de la experiencia personal de Gustavo en las calles de Buenos Aires. Así mismo, compone un honesto reflejo de lo volátil de la vida para aquellos que viven en la calle, y la importancia que representa un acompañamiento vinculante, entre pares, de amor y de persistencia, que deja huella, que transforma.
13 de Julio del 2012.
Hoy salí a hacer el recorrido de siempre. Hace una semana que no salía por cuestiones de salud. Ya para esta época va a hacer un año desde que empecé con las salidas.
Entonces llegué con el grupo de amigos, en Paraguay y 9 de Julio. Walter había ido a averiguar si Carlos estaba internado en el Muñiz, pero la averiguación fue negativa. Allí también encontré a Rambo y Señora, el casamiento sigue en marcha, en dos días tienen turno para hacer los trámites para el civil.
¡Qué bueno es volver! Este tiempito que no pude hacer las visitas me tenía con mucha melancolía, con sentimiento de extrañar a aquellos que se los siente muy cercanos. Es como después de un largo viaje, volver a la casa.
16 de Julio del 2012.
Este fue un recorrido largo. Empecé en Plaza Lavalle, y me encontré con tristes noticias. Continué hasta Paraguay y 9 de Julio.
Estuvimos hablando un rato largo con Rambo, su futura señora y Walter. Rambo, llamado así por su postura al caminar, tenía muchas ganas de hablar. Ellos me manifiestan un gran aprecio, que es recíproco. Me di cuenta de que estaba faltando este tipo de espacio que habíamos formado con Carlos, donde habíamos llegado a programar charlas y a estudiar la Biblia.
Entonces, ante mi nostalgia y pesar, porque todavía no sabemos nada de Carlos, solo que hace ya casi un mes estaba en terapia intensiva en algún hospital, les dije: – “A mí me parece que, en memoria de él, deberíamos esperarlo un poco más, a ver si aparece y reiniciar las charlas programadas que solíamos tener, vamos a hacerlo en la memoria que tenemos de él, vamos a esperarlo, pero reuniéndonos, como a él gustaba”-.
Al escuchar esto, fue como que todos se acercaron más, y dijeron: – “Si, nos parece bien, empecemos-«. Yo les pedí un par de semanas porque, es como que todavía necesito esperar a Carlos, no perder la esperanza de que no haya ocurrido algo malo, y que cuando llegue un día de estos al lugar de siempre, Paraguay y 9 de Julio, pueda verlo allí, charlando y dando consejos a sus pares, con su bolso verde de mano…
6 de agosto del 2012.
Varias personas tenían ganas de hablar, y yo salí para escuchar.
Se ve que la pesadez que sentí desde la salida de mi casa tenía una explicación. Al llegar a Paraguay y 9 de Julio, uno de mis lugares especiales, no había nada, no había nadie, estaba todo limpio. Habían desalojado a varios de mis amigos.
Hoy estaba decidido a anunciarles que reiniciaríamos las charlas de los viernes, que tan prosperas habían sido meses atrás con la presencia de Carlos.
Me había llevado mucho tiempo afrontar la desaparición de Carlos, que como saben, desapareció y solo tenemos la información de que hace unos meses estaba en terapia intensiva en estado grave.
La calle es así, agreste, construimos y sembramos, y de repente, todo se desvanece ante nuestros ojos. Me pregunto ¿qué nos pasa que, mientras unos los echan del lugar donde están, otros tratamos de acompañarlos en sus progresos? ¿Acaso echarlos de un lado para que vayan a otro, cambia algo? ¿Qué perspectiva produce para el echado y para quienes le ayudan?
Lo cierto es que, en ese grupo, gracias al compañero Carlos, y debo entender que en cierta manera mi compañía, se había logrado que algunos dejaran el alcohol, que se interesaran por estar mejor, que tuvieran perspectivas de hacer pareja, etc.… Pero ¿y ahora?
7 de agosto del 2012.
Salí con mi carrito de café con leche. En plaza Lavalle, entre los puestos de libros estaba el santafecino, charlando con un amigo. Intercambiamos una charla no muy larga. Sabía que esta vez debía llegar hasta donde termina la 9 de Julio a buscar a mis amigos que vivían allí.
Llegue al final, y los busque. Y como dice un texto muy antiguo “el que busca encuentra”, y se sorprende. Allí estaban, Susana y Rambo. Nos abrazamos. Me contaron que tenían algo muy triste para contarme. Susana había perdido su bebe.
Charlamos un muy largo rato. Me contaron que esta semana iban a confirmar la fecha del casamiento. También que iban a volver a Paraguay y 9 de julio. Convenimos que una vez que ellos regresen junto a otras personas, reorganizaríamos las charlas de los viernes. Extrañábamos mucho a Carlos.
25 de agosto del 2012.
Ayer, en el recorrido habitual, cuando llegué a Paraguay y 9 de Julio, sentí un gran vacío. Recordé a Juan Carlos, con quien habíamos empezado unas charlas de conocimiento general que luego se convirtieron, a su pedido, en un estudio bíblico. Recuerdo que él me decía: -“Pero debes, de creer en algo para hacer lo que haces”-.
Él era un muy buen conocedor de la Biblia, pero nuestra manera de ver las escrituras era un tanto diferente. Para los que me conocen, como cita un amigo mío: “No es necesario sacrificar el intelecto para leer la Biblia.” Sin embargo, pese a esas diferencias, disfrutábamos mucho hacerlo. Tanto que sinceramente lo extraño, a él y el grupo que se había formado.
Como ya saben, hace más de 4 meses que solo sabemos de Carlos que estaba en terapia intensiva en un hospital. Hoy estuve tratando de comunicarme a su teléfono. Una vez me respondió la llamada, pero me parecía que estaba en una charla con alguien y se cortó. Ayer me senté un rato allí, aunque no estaba en un lugar alto, quería una respuesta a todas las cosas que no podía resolver en los recorridos: el caso de la bebita Azul y sus papás, la desaparición de Juan Carlos, la pérdida del bebe de Susana y “Rambo” que luego fueron echados de este lugar…
17 de noviembre del 2012.
¡Que alegría! Ayer a la noche Carlos me envió un mensaje de texto: “Soy Carlos como estas”.
Carlos es el señor que vivía en Paraguay y 9 de julio. Con quien hacíamos las primeras charlas en la calle, además de que una vez me solicitó que hiciera un reclamo en la ciudad por una señalización vial incorrecta. Él había desaparecido de su lugar, al parecer, porque fue internado porque se descompuso en la calle, debido a que sufre de una infección pulmonar.
Pasada una semana ya no se supo más nada de él. Yo le llamé algunas veces a su celular, sin tener suerte.
Hoy le llamé y me atendió. Me contó que estaba en un centro de contención del gobierno de la ciudad en la Boca y que en diciembre lo operaban. Le conté que estábamos organizando una nueva reunión. Él siempre quiso participar, pero nunca pudo, pero aseguro que esta vez, él iba a venir. También hablamos de que, si se formaba un nuevo grupo, él vendría adonde se reunieran, para participar.
Quedamos en seguir contactados.
La verdad es que la situación resultó realmente halagadora. Pasaron varios meses desde que no lo veía, y él mismo tuvo el interés de contactarme. ¡Espero que podamos contar con él para las actividades!
3 de diciembre de 2012.
El sábado a la tarde recibí otro mensaje de texto de Carlos y decidí llamarle. Me contó que ese día no se sentía muy bien. Que estaba siendo tratado por tres especialistas, debido a que está en riesgo de sufrir un ACV o una embolia debido a que tiene varios coágulos localizados, y que lo iban a operar para sacárselos.
Me pregunto por sus excompañeros, el Correntino y el Cordobés. Le comenté que ya no estaban más en la calle, que uno estaba en un hotel en la Villa 21, y el correntino se había ido a vivir al lado del hermano, a trabajar con un carrito. También me preguntó por Horacio y le mandó saludos, los cuales fueron dados el domingo.
Yo estaba planificando hacer otra jornada de charlas a cielo abierto, de la que quería participar. También me manifestó que quería venir a la próxima reunión de los amigos de la calle.
Esta semana lo voy a llamar por teléfono otra vez.
… El teléfono desconectado. Nunca más supe algo de él.
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