
La solidaridad de la contemplación
Nos sentamos y perdemos la vista en un lindo campo o un paisaje o simplemente a través de un vidrio para ver la gente pasar. Sale el sol, se oculta, pasan las personas que van a su trabajo a la mañana, etc., Son imágenes que nos permiten analizar la vida, que se convierten en cotidianas. Pensamos o quedamos atrapados en que podemos o que tenemos que quedar contemplando esos ciclos. Se nos asocian las costumbres provenientes de muchos mandatos sociales y culturales que ya son “lo bueno”, “lo gratificante”, “lo establecido”… Esas formas constituyen en lo que voy a describir como: la continuidad y el no cambio hacia una justicia posible. Allí no se rompe la circularidad cotidiana que pueda dar paso o convertirse en una transformación o transición hacia otra nueva, más justa, donde todos y todas sean actores de un cambio.
En la situación social actual de los países del sur es común que niños nos pidan dinero o nos vendan productos en la calle o en los bares. Algunos de ellos formarán su vida en función de esta realidad laboral dada entre el que da y el que recibe. Seamos conscientes que los niños que ofrecen productos, más que el producto, están ofreciendo “lástima” y la posibilidad de obtener más dinero. Las familias que se ven obligadas a ejercer esta práctica saben en primera instancia que un niño causa más lástima y acosa la conciencia de las personas, en cuanto a poner en evidencia la injusticia social. Por eso algunos adultos piden con sus niños, aunque tuvieran alternativas de no hacerlo así. Pero esos adultos, ya son parte de un juego, de una circularidad, de una realidad estanca que tiene pocas salidas, excepto que la sociedad tome otra conciencia y otras costumbres, sujetas siempre a revisión crítica. Muchos padres esperan en un lugar a los niños que enviaron a pedir. Porque si van solos, se obtiene más aún y cada vez son más las personitas que piden, generando contacto con más personas. El niño es consciente de la importancia de lo que está haciendo y que de ellos dependen los ingresos para poder comer o tener una vida más digna de la que la sociedad le permite o impone. Por supuesto esto lo planteo desde un pensamiento desarrollado por una sociedad responsable, no una donde no importa el sufrimiento y las realidades diferentes de los demás.
Hay que comprender que la caridad, y el segundo paso, la solidaridad contemplativa, son indignas para quien pide. ¿Por qué indignas?. Porque pone al menesteroso en una posición de desigualdad, porque depende de esta para subsistir. Pero el que necesita, también como el resto de la sociedad, ve necesario para su subsistencia incrementar lo recaudado. Allí es, donde se torna en una situación compleja o un viaje sin retorno para el que pide. Cuanta más pena da, o cuanto más agrada, más dinero puede obtener. No obstante esa pena termina asociándose a su forma de vida: soy el que da lástima, es lo que yo sé hacer, lo hago bien (eficientemente) y así puedo vivir. Se convierte en la única alternativa: -la manipulación y ser servil-.
Este es el inicio del análisis. El ser servil junto a la marginación se convierten en una combinación peligrosa. Puede amputar un futuro. Se convierte en un mandato donde la persona se siente sometida a la afirmación: «debo agradar y dar lástima a este otro que es más que yo, y mientras me mantenga en esa relación puedo subsistir o vivir». Parece ser algo común en mucho de nuestras vidas y trabajos. Pero el tema es que tan abajo se desarrolla dicho contrato informal o más bien de hecho. Uno podría manifestar qué es víctima de la misma relación, y lo es. Sin embargo eso no implica que deba considerarse el mismo rol para quién está más desprotegido. Porque todo no es relativo. La razón o la idealización puede convertirse en relativa, sin embargo las necesidades físicas o básicas, no lo son. Podemos expresar: -Tengo hambre, tengo fiebre-. ¿Cuánto?: lo suficiente para morir.
El que da y el que recibe se ponen en roles preestablecidos por la sociedad, que vienen del antiguo patriarcado y patronazgo. La sumisión hacia quien dependo. En un ciclo, en una relación estática.
La meritocracia nos enseña que debemos tener un premio por lo que hacemos. Cada uno toma su rol. Culturalmente nos enseñan que al dar debemos sentirnos gratificados por ser dadores, tener una alegría, algo para nosotros. Hicimos el bien, y somos buenos. Pero la realidad, de la relación instrumentada entre ambas partes solo gratifica en una postura de abstracción estática. Yo el que da voy a tener gratificaciones cada vez que lo haga, y el que recibe estará para saciar su rol. Allí nada cambia, la persona que está humillada por vivir de la caridad queda encerrada en las posibilidades que tiene. Uno arriba y otro abajo.
Las siguientes situaciones nos hablan.
-Soy simpático y vendo.
-Invento situaciones en donde pongo en evidencia una injusticia pero que se basa en una manipulación.
-Hago gracias o espectáculos para agradar más, hacer sentir bien al dador.
Son las típicas relaciones de patronazgo. De las cuales es necesario salir, construyendo una personalidad de autosuficiencia, donde exista el diálogo igualitario, la negociación y la exigencia de necesidades entre otras cosas. Pareciera ser que se nos complicaría, con esto, la relación para los dadores. Que somos, por posibilidad, quienes debemos bregar por romper dicha relación. No como el que exige de arriba, sino el que acompaña. Acompañar a veces involucra consentir, empatizar, crear situaciones de confrontación, desamistad, negociación, y allí empezar a construir de a dos. Dar posibilidades a otra realidad posible para esa personita. Que la crítica que entra en nuestras vidas, sea la que da el espacio para la crítica del que no tiene voz.
Caso contrario, solo nos quedamos con una mascota, que nos agrada, que nos hace morisquetas y nos hace reír o sentir bien. Su futuro siempre será el mismo. Por no haber transformación de la realidad.
Empoderar la realidad. Solidaridad transformadora.
Hay personas que poseen una construcción personal de su intelecto y sus pensamientos que muchas veces vienen arraigados en lo más profundo de las enseñanzas, costumbres y miedos de la vida propia, grupal o familiar, que autoboicotean un trato natural y horizontal con el necesitado. No importa la ideología política que se tenga. Muchas veces esto se relaciona con la pulcritud, los grupos cerrados y mandatos psicogenéticos ( la psicología de la familia ancestral). Muchísima gente posee trabas al momento de abordar la temática del acercamiento al marginado. Al comprender cómo se aprecia la realidad social predominante desde un mundo lleno de necesidades y prácticas muy diferentes a las que acostumbramos tener las personas pudientes, que podemos llamar una manera domesticada.
Realidad Empoderada, es un sistema que pretende conectar ambos mundos, para ayudar a que los saciados bajen al mundo de las necesidades. Lo que realmente es representativo es la aproximación, en todos los sentidos. Sea el físico, la convivencia, el afectivo, el de sentirse involucrado y en pertenencia. Puede ser un camino que algunos consideren imposible, porque ya han tenido experiencias infructuosas, o comprensiones truncadas por medio de las relaciones dadas. Por eso Realidad Empoderada, ofreciendo varios contextos de reflexión, vinculación y acción, permitirá experimentar diferentes praxis solidarias desde la acción virtual. No como quien ve una película o sigue una secuencia de interacciones si no pudiendo crear su propia historia. ¡Aprendiendo a transformar!. Realidad Empoderada simulará el comportamiento de la población marginal y su entorno. Las vivencias serán interpeladas y vividas en una comunicación dialógica con el sistema. Esto quiere decir que el usuario recibirá información de diferente tipo que le permitirá reflexionar sobre el curso de las acciones virtuales que va realizando. A su vez, este círculo se cierra a través de la comunicación con el sistema por medio de las decisiones tomadas por el usuario. Podremos declarar que Realidad Empoderada será un sistema que dialogará con el futuro acompañante social a partir de la misma praxis virtual.
Realidad Empoderada, puede confundirse con un juego 3D, lo cual no es indeseable, aunque tenga un fin diferente. Muchas personas, lamentablemente, comienzan las actividades sociales como una “especie” de divertimiento, o entretenimiento basado en “hacer el bien”. Esto último es lo normativamente instituido: hacer el bien para obtener una recompensa espiritual, una saciedad personal, un trueque. No debemos olvidar tampoco que muchos adolescentes se ven necesitados de efectuar actividades sociales. Realidad Empoderada ayudará a romper con estas inquietudes y normalidades, para llevar al participante a una praxis que sea transformadora y basada en la justicia. Ayudará a cambiar la percepción que las personas tienen sobre otra realidad posible, donde la asistencia esté en el pueblo, en la gente, a través de la acción amorosa y responsable. No podemos replicar el amor, no es la idea, pero si podemos hacer ver cuáles son las puertas y ventanas a abrirse para poder canalizarlas luego en la vida real.
La etapa final de Realidad Empoderada es conseguir que a través de sus sistemas poder vincular a personas solidarias en una ciudad o pueblo, y a su vez a las organizaciones solidarias.
Esperamos que puedas involucrarte en el proyecto, promocionándolo o colaborando con nosotros.
Sé el primero en comentar